Ojalá una respuesta global al futuro de la movilidad

Columna de opinión de Óscar Lana, CEO de Integralia

 

Los retrasos de materiales que venimos arrastrando desde hace tres años han seguido siendo los protagonistas del primer trimestre de 2023 en Integralia. Ninguna novedad. Vivimos en esta situación tan compleja desde hace ya algunos años y, como no, nos queda el consuelo de que es algo circunstancial a todos los actores del sector. Sin embargo, creo que poco a poco vamos aplacando o acostumbrándonos a esta nueva forma de trabajar gracias a la comprensión de los clientes, a quienes nunca dejaremos de agradecer su fidelidad. Y, por supuesto, gracias al gran compromiso del equipo, que avanza a toda velocidad conforme los materiales aterrizan en nuestros almacenes. Nunca imaginé que una situación geopolítica tan cambiante fuese a influirnos tan directamente en el devenir de tantas empresas. 

 

Ahora, llevamos un tiempo en el que parece percibirse que la subida de costes de las materias primas se ha estabilizado, pero no debemos confiarnos. El quebradero de cabeza que ha conllevado el ajuste de precios parece haber remitido en este trimestre, aunque seguimos a expensas de lo que ocurra en el día a día de los mercados financieros. Ahí es donde se refleja lo que será nuestro balance, de la forma más directa de lo que nunca lo había hecho.

 

Y, por otro lado, se plantea cada vez con más frecuencia qué va a ocurrir en el futuro de la movilidad. Está claro que vamos a ir a un horizonte de vehículos respetuosos con el medio ambiente, un nuevo modelo en el que las personas son el centro de los planes estratégicos que vaticinan los que marcan las tendencias. Sin embargo, en el sector todavía hay reticencias a abrazar esta visión. Ahora mismo en España se compran más minibuses diésel con una antigüedad de diez años que vehículos híbridos, eléctricos o de gas, según los datos de matriculación de la DGT.

 

Por otro lado, la Unión Europea insta a las empresas de movilidad a que en 2030 sus vehículos sean cero emisiones. El problema es que, a siete años vista, no hay un producto que haya seducido a las compañías para poder cumplir con la regla comunitaria. ¿La solución a los problemas de movilidad sostenible es el gas, la electricidad o el hidrógeno? Por ahora, la respuesta es incierta. Tendremos que seguir esperando. Ojalá tuviésemos una contestación global a esta cuestión, con un plan uniforme para todos los países.

 

Personalmente, no me cabe duda de que el peatón será el protagonista en el centro de las ciudades. Pero, no hay que olvidar al ciclista y al recién estrenado conductor de patinete, dos opciones rápidas y que triunfan en muchas ciudades europeas desde hace algunos años. El respeto al peatón pasa, sin lugar a dudas, por el tamaño de los vehículos y la velocidad a la que circulan. Aquí, incluso en ciudades separadas por 100 kilómetros vemos diferentes formas de buscar una solución y ninguna está siendo definitiva.

 

El futuro de la movilidad seguro que no se va a solucionar en el próximo trimestre, pero esperamos que la situación geopolítica siga esa tendencia a calmarse. Ojalá.

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